Lunes de resaca electoral, toca opinar. Y lo primero empezar por quien perdió unas elecciones que según él con tanta certeza y hasta en cuatro ocasiones le repitió a Ángeles Barceló (otra más de las del pesebre de la izquierda en medios de comunicación), que iban a ganar y por eso no respondía a la pregunta que le reiteró de: “Y en el supuesto caso de que perdiera…”, insistentemente el sociópata, le cortaba diciendo: “es que vamos a ganar Angels”.
Pues este, el perdedor sociópata y psicópata, además de todo lo demostrado ya, anoche, en esa orgía obscena de bailecitos, gritos entre la turba de ¡no pasarán!, banderas gais y “arrabalerismo” de lo más vulgar de la ministra Montero, Begonia (su mujer o lo que sea), Cristina Narbona y un tipo que no sé sinceramente quién era, minutos de alaridos estrepitosos de una claque subvencionada, una cohorte de pancistas que se dieron cita en Ferraz, aplaudiendo por doquier a ese líder del que se sienten orgullosos 7.760.690 votantes, repito, que él, volvió a mostrar la cara de lo que es, una vez más, que acompaña a todos los epítetos que de él ya he escrito.
Pedro Sánchez pasada la media noche, en ese apaño de balcón flotante donde verse por encima de todo el mundo, como un faraón, un césar, un emperador, un caudillo, un rey, ¡un dios!, demostró su falta de clase y educación personal y política al no felicitar, lo primero, y antes de decir las tonterías que dijo, al candidato que había ganado las elecciones tanto por escaños como por votos.
Está por encima del bien y del mal, gane o pierda. Él es único, insustituible, ineluctable, indefectible e inapelable. Claro que el resto de partidos a excepción de VOX, tampoco felicitaron al ganador de las elecciones, Alberto Núñez Feijóo. Las cosas de la izquierda, la extrema izquierda, el independentismo y el odio ¿o tendría que decir envidia? ¿O son ambas cosas? Me quedo con esta última propuesta.
Dicho lo cual, ahora viene un somero análisis político para no cansar a esta parroquia que me lee (lo que les agradezco de corazón) que en muchos casos pasa de política, que va a lo suyo y que hace justo lo que tiene y quiere hacer: lo que le da la real gana. Pero en el fondo, estoy seguro de que unos estarán de acuerdo conmigo y otros no tanto, la cuestión es que después de todo lo que se ha dicho, de lo que se especuló con la fecha del veintitrés de julio, pleno verano, con unas elecciones dos meses antes, calor y demás cosas que se han venido valorando por aquello del cambio climático, el voto por correo y demás zarandajas, la participación ha estado por encima del 70%, en concreto el 70,4%, es decir, la séptima en el ranking de participación de toda la historia de las elecciones generales en la democracia, que son ya con esta, quince.
Y la cuestión entonces es ¿y eso a qué se ha debido después de tanta tontería y tanta gilipollez como han dicho ese rebaño de “analistas políticos” como se autodefinen –en su inmensa mayoría por no decir todos, de izquierdas, patrocinados o financiados directamente, o por su ideología–, y que conforman la opinión pública de este país?
Así las cosas, con semejante participación, la real y verdadera fuerza “más votada”, ha sido –una vez más–, la abstención con 10.402.450 frente a los 8.091.840 que ha sacado el PP, o sea, la nada despreciable cifra de 330.870 votos más que el PSOE, que solamente gana en las cuatro provincias catalanas, en Álava, Navarra, Sevilla ¡y cómo no!, en la madre del socialismo decimonónico y el caciquismo institucionalizado: Extremadura: Cáceres y Badajoz.
De manera que, qué bien estaría aplicar ahora por parte de políticos y prensa de esta época los mismos criterios que se aplicaron en relación a ganar o perder atendiendo a las capitales de provincias y núcleos más poblados, como se aplicó la izquierda en aquellas elecciones de febrero del 1936 (ya probado) amañadas y adulteradas por el Frente Popular, que perdieron, pero que han pasado a la Historia, y así quedará para los restos, como que las ganaron
Un Frente Popular que decían ejercer contra el fascismo cuando en efecto no se conocía a fondo lo que entonces y poco más tarde, demostró el comunismo como asesino y totalitario –y hasta ahora lo viene demostrando–, que junto a los nazis provocaron la II Guerra Mundial (hay que estudiarse bien el famoso “Tratado Molotov-Ribbentrop” en qué consistía y en qué concluyó) y que ayer, ese comunismo de salón de peluquería y revista VOGUE, hacía palmas con las orejas a pesar de seguir siendo la cuarta fuerza política, haber perdido votos y escaños.
Un verdadero maquiavélico, lascivo e inmoral espectáculo que protagonizó esa comunista de casa de 400m2 y una turba de gente “joven”, adoctrinada, ciega e inculta en lo político, que es incapaz de ver la viga en el ojo propio… Y lo demás, todo es ¡fascismo! Eso sí, cuando lo demás, aunque sean la cuarta, quinta, sexta, séptima y octava fuerza del arco parlamentario, no sea un sociópata que parte y reparte con ellos, el dinero, comodidad y felicidad de todos.