El papelón del Rey

Hay un asunto que no he oído ni leído todavía después de conocidos los resultados electorales y cómo puede ser investido el perdedor Sánchez, en ningún medio expuesto por uno de esos cientos de “analistas políticos” (antes tertulianos), que es muy pero que muy enjundioso, y que se pasa por alto no sé si adrede o sencillamente porque los conformadores de la opinión pública española, o sea, la prensa en general, no ha caído en algo tan importante como es la figura del Jefe del Estado y el papelón que tiene por delante.

Este jarrón chino que adorna lo mismo que el padre, se enfrenta a un auténtico y verdadero drama. Su padre en su día, lo cortocircuitó con la “Operación Armada”, que no es otra cosa que la pantomima de Golpe de Estado del 23F, y lo hizo más mirando a sus propios intereses y que no le movieran el culo del sillón, que por los reales y verdaderos intereses de España. Su hijo Felipe VI ya tiene asumido hace mucho su papel de rey cuchara, que ni pincha ni corta, con lo cual, y sin el poder que sí tenía su padre entonces sobre las Fuerzas Armadas, a él, como si viene el siroco, el terral o el levante de Tarifa, porque a él se la refanfinfla.

La cuestión es que de los pocos “poderes” que tiene el Jefe del Estado, uno de ellos es el de encargar formar gobierno al candidato que ante él se presente con los apoyos suficientes como para sacar la investidura adelante con el fin de no entrar en un bucle que nos llevara al bloqueo permanente. Y aquí es donde viene lo que de verdad tiene miga: ¿Le permitirá su majestad a Pedro Sánchez ser investido con el apoyo del prófugo Puigdemón y sus condiciones (las que ya ha dicho y puesto como base para su abstención, de referéndum e independencia) al abstenerse y así poder ser presidente Sánchez?

Mucho me temo que así será, porque este adorno institucional que no pasa de ser un símbolo como así lo dice la propia Constitución, no moverá un dedo para paralizar esta nueva locura de Pedro Sánchez, con el resto de partidos del Congreso, que a lo que van es a sacar rédito político, personal y económico, además de otras ventajas, en lugar de mirar por el bien común de los españoles (48 millones) que no son los poco más de diez millones que han votado a estas fuerzas de progresistas, de izquierda, de extrema izquierda y libertinos separatistas que van a ver quién saca la mayor tajada. Y España, ya, exangüe.

Si tienen o les queda algún tipo de conciencia, valores, moral y algo de dignidad, que los votantes de este probable gobierno multicolor, como la bandera gay, se lo hagan mirar, como debería hacérselo mirar el propio Jefe del Estado si propicia esa investidura bajo la coacción, la extorsión y el chantaje…

Claro que ellos, los votantes progresistas y separatistas, hablan de racismo, machismo y cambio climático. ¡Todo en orden mi general!

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