Como profesional que lo fui del periodismo, como curioso, y como escéptico de todo lo relacionado con esta locura que nos asola y asedia desde el 14 de marzo del año pasado, voy a dejar aquí, no una opinión concreta, sino una reflexión basada en los números “oficiales”. Las cifras son las que en cualquier caso, para quien tenga la intención de razonar sobre ellas, nos darán la visión más objetiva de lo que está pasando.
Voy a partir de la base, para que no se me tache de nada, que soy de los que creen que en efecto hay un virus de la gripe que han llamado COVID-19, pero a falta de aclaraciones “independientes” y de sobreinformación “oficial”, dejo aquí unas pinceladas para que cada quien, saque sus propias conclusiones, porque por ejemplo, en los medios de comunicación (me da igual la tendencia política), así como los partidos políticos, me da igual de izquierdas que de derechas, se emplean términos como mortalidad y letalidad, al antojo y la conveniencia que a ellos, y en el momento que les parezca, utilizan.
Pues bien, veamos: “El Diccionario de términos médicos, de la Real Academia Nacional de Medicina, define (tasa de) mortalidad como la ‘proporción entre el número de fallecidos en una población durante un determinado periodo de tiempo y la población total en ese mismo período’ y (tasa de) letalidad como el ‘cociente entre el número de fallecimientos a causa de una determinada enfermedad en un período de tiempo y el número de afectados por esa misma enfermedad en ese mismo período’. Dicho lo cual, y a poco que uno se esfuerce en hacer él mismo las operaciones necesarias –y nada complicadas–, le llevará a una conclusión, que ¡como mínimo!, le va a hacer pensar y sospechar, sobre lo que son estas cifras que nos están dando. Yo dejo los números y quien no tenga pereza mental (o sea, aquellos que no se creen todo lo que les digan los medios de comunicación), que se moleste un “pelín” y lo haga, así no tendrá que citar como fuente a nadie (a mí en este caso o a Telecinco o la Sexta), sino que lo verá por sí mismo.
A ver. Datos recogidos por quien esto escribe, cuya fuente era El País, provenientes ya, dichos datos, del Ministerio de Illa. El día 15 de marzo hay 6.391 casos diagnosticados y 196 fallecidos, y el día 31 del mismo mes, 94.417 diagnosticados y 8.129 fallecidos. Con lo que dice la Real Academia Nacional de Medicina, extraingasé las pertinentes conclusiones. Pero sigo. Aunque añado lo siguiente:
Cuando se estaban dando estos datos, pese a la recomendación de la OMS de hacer test masivos, aquí íbamos por nuestra cuenta, y los PCR en realidad, no se han empezado a hacer, hasta hace poco más de dos meses o dos meses y medio. Bien. Pues a lo que voy.
El día uno de abril, se contabilizaban 102.136 casos diagnosticados (porque también hay que entender la terminología ¿eh?, en aquellos entonces, eran “diagnosticados” y hoy son “contagios o contagiados”), y el día 30 de abril, eran 215.026 los diagnosticados y 24.824 los fallecidos. ¡Ea! a hacer cuentas!
Abro un pequeño paréntesis por una cuestión semántica: contagiados y/o diagnosticados. No es lo mismo que alguien sea diagnosticado, que es: “Determinar el carácter de una enfermedad mediante el examen de sus signos”, y hago hincapié, en lo de los “signos”, que contagiado que es la: “Transmisión de una enfermedad, por lo general infecciosa, de un individuo a otro”. Es decir, al principio los números se daban por aquellos diagnósticos que los médicos consideraban en sus exploraciones, y los contagios, hoy se dan, sobre las pruebas diagnósticas que se hacen, como son los PCR o las pruebas serológicas.
Si durante la “primera ola” no se hacían PCR y a primeros de mayo habían fallecido 24.824 personas, me hago entonces una serie de preguntas, una vez, además, hechas las operaciones que dejo a su libre albedrío de hacer, y a ver si así coincidimos en el “diagnóstico”, que en definitiva, es la conclusión de mi hoy, corta opinión.
Los números a día de hoy son los que encabezan la fotografía de este artículo, no me invento nada y, sólo, expongo mi parecer sobre estas cifras oficiales que vienen a decir que la tasa de mortalidad del virus a 15 de marzo era de un 0,43 y la de letalidad de un 3,06. A 20 de enero de 2021 la tasa de mortalidad está en ¡un 118,77! y ¡pásmese el personal!, la de la letalidad del 3,06 ha bajado al 2,26. ¿Coherente?
Esto es tan sencillo como saber qué son tasa de mortalidad y de letalidad, entonces ¿por qué este desfase tan brutal en los números? Esa sería una primera pregunta, la segunda sería, de finales de abril a mediados de enero, se puede decir que poco más que se han duplicado las cifras de muertos ¿cómo se explica eso? Y cómo se explica, que habiendo bajado la letalidad haya subido exponencialmente de esa enorme manera, la mortalidad… ahí lo dejo, y que cada cual extraiga SUS propias conclusiones, porque los números son iguales para todos. Eso sí, y en otro orden de cosas, no es lo mismo hablar de COVID-19 que de SARS-cov-2, E229… etc. etc. ¿Se me entiende?…
P.D. El tema de la vacuna será para verlo y opinar sobre él, en otro momento. Por hoy, creo, que esto es suficiente, claro que si sólo lo digo yo y lo leen 50 personas, no es lo mismo que lo que se oye de mañana, tarde, noche y madrugada, por parte de millones de personas que nada tiene que ver con esto que yo digo. Pero, al menos, ahí queda mi testimonio, con la moraleja que ya, tanto Marcuse como Noam Chomsky, han dejado constancia de esto mismo a lo que me refiero.